
A las 16:45 del lunes, el vuelo que transportaba a las destacadas pesistas ecuatorianas Neisi Dajomes y Angie Palacios aterrizó en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito. Después de su notable desempeño en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde ambas ganaron medallas de bronce, las deportistas fueron recibidas en suelo patrio, aunque el ambiente no fue tan efusivo como cabría esperar.
Apenas tocó tierra el avión que las traía de vuelta, los bomberos aeronáuticos se prepararon para rendirles homenaje con un tradicional arco de agua. Esta ceremonia, que simboliza respeto y admiración, fue uno de los pocos gestos visibles de reconocimiento en la terminal aérea.
Sorprendentemente, el regreso de estas campeonas olímpicas pasó casi desapercibido para muchos de los presentes en el aeropuerto. A excepción de algunos pasajeros y personas en la sala de desembarque, no hubo gran agitación ni celebraciones multitudinarias. Neisi y Angie, cargadas de orgullo por sus logros, descendieron del avión como cualquier otro pasajero, tras un viaje que incluyó una escala en Bogotá.
Pese a la sobriedad del recibimiento, el logro de estas deportistas no deja de ser monumental para Ecuador. Sin embargo, su retorno estuvo marcado por la calma, lo que contrasta con la magnitud de su éxito en el escenario olímpico.