
En la vasta región amazónica del Ecuador, la conservación de los delfines de río, tanto los rosados como los grises, enfrenta serios desafíos. Debido a las particulares características geográficas del país, como su cordillera andina y la naturaleza de sus ríos pequeños y fríos, la población de estos mamíferos acuáticos es considerablemente reducida en comparación con otros países de la cuenca amazónica. Se estima que hay menos de 300 ejemplares de delfines de río en el territorio ecuatoriano, según Víctor Utreras, un biólogo con tres décadas de experiencia en el estudio de estos animales.
Una realidad más crítica de lo que parece
Sin embargo, la cifra oficial proporcionada por el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) es aún más alarmante. Según un muestreo realizado durante los últimos cinco años, la población de delfines rosados en el Ecuador no superaría los 200 individuos. Estos delfines, que se adaptan mejor a pequeños cuerpos de agua como ríos y lagunas, habitan principalmente en las provincias amazónicas de Orellana, Sucumbíos, Pastaza y Morona Santiago, siempre en altitudes por debajo de los 360 metros. En cuanto a los delfines grises, que prefieren los ríos más grandes, su presencia es incluso más reducida, con alrededor de 30 ejemplares concentrados en ríos importantes como el Napo.
Acciones de conservación y monitoreo constante
Para actualizar la información sobre el estado de estas especies en peligro, organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) han intensificado sus esfuerzos. Durante el primer semestre de 2024, la WWF realizó una expedición en la Amazonía Norte, específicamente en las zonas Ramsar de Cuyabeno, Lagartococha y Yasuní, así como en la cuenca del río Pastaza, en la Amazonía Central. Los resultados preliminares de estos estudios se esperan para finales de este año.
Ambas especies de delfines se encuentran catalogadas como “en peligro crítico de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta clasificación fue ratificada en la Lista Roja de Ecuador en 2021, lo que refuerza la necesidad urgente de proteger a estos animales.
Comunidades locales en la primera línea de defensa
En la región amazónica, la comunidad indígena Martinica se destaca por su compromiso con la conservación de los delfines. Según Robert Vaca, gerente de la operadora turística Amazon Wildlife, Martinica ha establecido 5,000 hectáreas de su territorio bajo conservación a través del programa Socio Bosque del Maate. Además, otras 3,500 hectáreas se dedican al turismo sostenible, donde la observación de delfines es una actividad clave.
Uno de los pilares de este esfuerzo es la restricción en la interacción con los delfines: los guías turísticos impiden que los visitantes toquen a los animales, los mantengan a una distancia mínima de 1,50 metros y prohíben alimentarlos. Manuel Coquinche, uno de los líderes comunitarios, lleva un registro detallado de los avistamientos y comportamientos de los delfines desde un puesto de vigilancia improvisado, destacando el control riguroso que la comunidad ejerce sobre sus recursos naturales.
El apoyo de organizaciones internacionales como la WWF y la Wildlife Conservation Society (WCS) ha sido crucial para capacitar a las comunidades en monitoreo y conservación, creando conciencia sobre la importancia de proteger a estas especies en peligro.
El valor cultural y económico de los delfines
Yelsin Alvarado, gerente de Sacha Ñampi, explica que desde una perspectiva kichwa, los delfines son vistos como un símbolo de prosperidad y buena energía para la comunidad. En términos turísticos, se consideran el principal atractivo de la región, y su conservación es una prioridad para evitar su caza, algo que lamentablemente ocurre en países vecinos como Perú, donde los delfines son capturados por sus dientes y colmillos.
El vínculo entre las comunidades indígenas y los delfines va más allá de lo económico, ya que estas especies tienen un profundo significado cultural. Para Alvarado, el delfín es una criatura sagrada que protege y cuida a su gente, por lo que su caza es impensable en el contexto de la cosmovisión indígena.
Estrategias de conservación y turismo sostenible
Desde 2018, la WWF ha trabajado activamente en la protección de los delfines de río en Ecuador. En colaboración con el Instituto Nacional de Biodiversidad y la Iniciativa de Delfines de Río de Sudamérica, la organización impulsa el programa de Vida Silvestre y Agua Dulce, financiado por diversas fuentes, con el objetivo de evitar la extinción de estas especies. Parte de esta estrategia incluye fomentar el turismo responsable y otras actividades sostenibles que promuevan economías verdes y respetuosas del medio ambiente.
A través del trabajo conjunto con las comunidades indígenas, la WWF busca no solo proteger a los delfines, sino también fortalecer las iniciativas de desarrollo sostenible en la región, garantizando que la conservación de la biodiversidad esté alineada con el bienestar de las personas que dependen de estos ecosistemas.
En conclusión, la situación de los delfines amazónicos en Ecuador es crítica, pero las acciones de conservación lideradas por comunidades locales y apoyadas por organizaciones internacionales ofrecen una esperanza para la supervivencia de estas especies únicas.